Catedrático de la Escuela Zamorano considera que el agro tiene grandes oportunidades, pero sin la intervención del gran capital no podrán aprovecharse
Lucydalia Baca Castellón
La Prensa, Nicaragua
Se estima que el cuarenta por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) del mundo es pobre y se dedica a la agricultura. Esto es una paradoja para el director de la carrera de Administración de Negocios de la Escuela Zamorano de Honduras, el peruano Ernesto Gallo, quien considera que el agro no es una actividad para pobres, sino todo lo contrario, porque es el negocio más difícil y demandante que existe.
Le parece un absurdo acusar a los productores pobres de no tecnificarse para mejorar su productividad, cuando está a la vista que no tienen los recursos para acceder a estas tecnologías; y que los bancos, por razones que considera razonables, no pueden conceder el financiamiento requerido para obtenerlas.
Mientras muchos sectores, incluso el productivo, consideran que son los gobiernos los que deben intervenir para cambiar el panorama de pobreza rural, —derivada de la actividad agrícola— que caracteriza a la región, Gallo asegura que es el gran capital, a través de sus empresas, quien debe hacerlo. Su receta es fácil: que los empresarios a través de alianzas con los productores proporcionen la tecnología necesaria para “producir más y más barato”. Y que los productores se agrupen, porque en grupo se negocia mejor, se produce mejor y se vende mejor.
Gallo visitó Nicaragua la semana pasada para impartir la charla El estado del agro y las oportunidades que generan las megatendencias en los agronegocios, promovida por la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (Amcham).
Durante su exposición habló de nuevas oportunidades para el agro centroamericano, ¿cuáles son las áreas donde están esas oportunidades?
Es lo que llamo las 12 F: Food, fuel, forest, flowers, furfural, F&F, fun, fools, pharmacy, fish, fiber y feed. Hay productos que no son necesariamente comida. Son fibras, flores para decoración, farmacéuticos, agroturismo, peces, forestal, lo que pasa es que hay que hacer una estrategia especial para cada uno y cada uno representa una contribución para sacar a los campesinos de la región de la pobreza.
¿Por qué ve fundamental que se introduzca el cultivo de transgénicos?
Hay que preguntarnos qué pasaría en el mundo actualmente y cuál sería el precio del maíz y de la soya y también del pollo y del cerdo si no hubieran transgénicos. Además, solo habría la mitad, porque la otra mitad es transgénica. Además, cuánto costaría la carne de cerdo y de pollo. Claro, algunos países, como Perú, tienen una estrategia de no cultivar transgénicos porque en el futuro eso puede dar valor agregado a sus productos, pero sí comen transgénicos.
Si los transgénicos pueden contribuir a solucionar los problemas del agro, ¿a qué atribuye que a excepción de Honduras la región los rechace?
La gente lo que dice, y es verdad, es que no se sabe qué puede pasar en el futuro, que vaya a haber alguna mutación o algo. Y aunque científicamente no está probado, nadie puede decir qué va a pasar en el futuro. Nadie puede asegurar nada. Yo no tengo problema con que se siembren los transgénicos. Tengo problema con que si no se siembran, los precios subirían feamente altos y quien los paga es el pobre urbano, el pobre de la ciudad, la ama de casa del barrio pobre. Vaya pregúntele a ellos qué opinan, usted cree que un africano va a decir no, esto no lo quiero, ellos están con hambre y comen lo que sea. El asunto es no abusar, si se sabe que el producto es malo y se vende, ahí sí está mal, pero no está comprobado que lo hagan.
Para aprovechar las oportunidades que ofrecen los transgénicos o lo que llama las 12 F se necesita financiamiento ¿quién debe proporcionarlo?
El financiamiento es como la gasolina para un auto, es lo que se llama la liquidez. Es un tema importante porque los bancos manejan dinero que es del pueblo. La plata no es del banquero, solo el ocho por ciento del dinero de los bancos es de los dueños, el 92 por ciento de la plata que manejan es del pueblo. Entonces, si lo prestan y no les pagan el que pierde es el pueblo, el banco solo pierde el ocho por ciento. Entonces, por eso hay unas normas mundiales que son el Acuerdo de Basilea y otros que obligan a los bancos a ser muy estrictos en cuanto al riesgo.
¿De qué manera los bancospodrían enfrentar este riesgo?
Agrupando a los productores y asegurándose de que usen la mejor tecnología, la mejor semilla, los mejores insumos y capital de trabajo para que logren asegurar la cosecha y además la vendan y a buen precio. Entonces por estas razones, mientras el agricultor no esté de esa manera preparado los bancos difícilmente podrán prestarles plata, porque insisto: la plata no es del banco.
Ahora, si un grupo de agricultores junta mil hectáreas y se van a Cargill, que es una empresa que factura 130,000 millones de dólares, y van y firman un contrato con ellos es muy probable que el banco vea con buenos ojos participar en esa operación. Pero si van solitos un pequeño grupo de productores difícilmente el banco accederá. Tienen que agruparse porque el negocio es difícil y la banca tiene una serie de limitaciones internacionales para colocar el dinero. No pueden prestar a la ligera.
¿Qué se puede hacer para convencer a los empresarios para que apoyen a los productores?
Hay que entrarles por el nombre, yo le digo caridad, pero ese es un término que no cabe en los negocios, es responsabilidad social corporativa. Que pongan en acción sus programas de responsabilidad social corporativa. Por ejemplo, un gran ingenio que trabaje con sus proveedores. Una gran procesadora de maíz, que trabaje con sus agricultores. Y cuando lo hacen, así hablan ellos, dicen mis agricultores.
Es cierto que a veces no se puede hacer todo, pero negociando contratos agrupados se arregla la mitad del problema. Ahora si el agro tiene pobres, pobres hay en todo el mundo, para eso hay otros programas de desarrollo que también pueden valorar el mercado. Por ejemplo el café, después de la guerra se metió el Banco Mundial a desarrollar su cultivo en Vietnam y esos países de por allá y el precio se vino abajo, pero ese es otro tema; los precios de los productos agrarios son muy sensibles a la oferta.
¿Y esa sensibilidad de los precios ante la oferta cómo se enfrenta?
Con la diversificación. No se debe apostar mucho a un mismo producto, hay que diversificar la oferta. Tener frutas, verduras, flores, hierbas, fibras, todo variado en diferentes proporciones y a diferentes mercados. De esa manera se minimiza el riesgo. Qué es lo que hacen los bancos, ellos prestan a diferentes sectores. Lo mismo hace la Bolsa de Valores, ellos invierten un poquito en un país y otro poquito en otro. Un poco en petróleo, otro en ganado. Ese tipo de cosas son las que hacen que se minimicen los riesgos.
¿Cómo describe la situación actual de la agricultura en la región?
Hay dos grandes grupos: los países que se han dedicado a fomentar la agroexportación con éxito, metiendo a grandes empresarios, al gran capital en el tema; esos están generando miles de puestos de trabajo y de divisas y están teniendo éxito. Y el otro grupo, los que quisieran hacerlo, pero no dan el paso.
En estas circunstancias, ¿de qué dependerá que se aproveche el mercado europeo que se abrió a los productos centroamericanos con la entrada en vigencia del Acuerdo de Asociación?
Se necesitan empresarios, en el estado actual difícilmente se podrá. A los agricultores pobres no les podemos pedir eso, se necesita que el sector empresarial se ponga las pilas. En Perú se desarrolló la agroexportación porque el Gobierno dejó entrar al sector privado. Las únicas tierras buenas que hallaban eran arenales, entonces se metieron a los arenales y ahí hicieron negocios y ahora son líderes mundiales en varios productos, generan trabajo para un montón de gente y le pagan a la gente por su tierra.
¿Considera que la intervención de la empresa privada sacaría de la pobreza a los campesinos de la región?
A muchos, a muchísimos. Yo tenía un amigo que tenía una empresa y la señora que les vendía la comida a sus empleados, en una mesita bajo un arbolito, al año ya tenía su restaurante con refrigeradora y televisor para los clientes. El trabajo permite desarrollo y el desarrollo genera nivel de vida.
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