La Tribuna
Cifras, cálculos, reuniones, gráficos… La “canasta básica” de alimentos es un concepto frío, que invita a pensar más en dinero, que en comestibles. “El pan de cada día”, como se le dice a esta “canasta” en la Biblia, se acerca más a la realidad de miles de hondureños que comen por fe, más que por “obra y gracia” de sus salarios.
Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que en el 2006 la Canasta Básica de Alimentos costaba 887.55 lempiras mensuales por persona, mientras que en el 2012 ese precio se elevó a 1,403.3 lempiras.
De esta manera, la canasta básica para una familia de cinco integrantes pasó de costar 4,437.75 lempiras a 7,016.5 en el 2012. Y según advierte el Colegio de Economistas de Honduras (CEH), actualmente su precio es de aproximadamente 7,350 lempiras. Por eso, los catrachos ya no hablan de una canasta, sino de una “bolsita” básica de alimentos.
“Traigo 500 lempiras y salgo del mercado con una bolsita, esto es todo lo que llevo, el pisto ya no ajusta”, comenta una consumidora que sale del mercado Zonal Belén de Comayagüela, cargando precisamente una “bolsita” con comestibles.
LEY DEL PISTO
Los compradores, poco o nada saben de cálculos, de inflación, de mediciones de la pobreza, de la ley de la oferta y la demanda. En los mercados se cumple una sola ley: la del “pisto”. Con dinero se compran carnes, lácteos, verduras, huevos, entre otros productos incluidos dentro de la Canasta Básica de Alimentos.
El cálculo oficial de dicha canasta corresponde a la Secretaría de Trabajo, la cual ha incluido en la misma 30 productos que suplen el requerimiento energético percápita de la población, que es de 2,200 kilocalorías para un promedio de cinco personas por hogar.
Sin embargo, si el “billete” no sobra, la dieta se limita a carne molida, más pastas, más granos y verduras como el pataste, la papa y la habichuela, que rinden y permiten variar las recetas.
Pero si el jefe de familia solo cuenta con unos cuantos lempiras y tienen varias “bocas” que alimentar, por lo general compra, en primer lugar, frijoles y arroz. Si le ajusta, lleva también hígado, menudos de pollo, hueso para sopa, entre otros comestibles de bajo precio. Para el caso, la compradora Juana de la Cruz Torres, dice que “lo que más compro es carne molida, que cuesta 22 lempiras la libra, también llevo hígado, que vale 28 lempiras la libra”.
La comerciante Ruth América Padilla afi rma que los consumidores que antes “compraban una libra, ahora se llevan media”.
A lo largo de 32 años laboró en el departamento de Ropería del Hospital San Felipe y ahora recibe una pensión de unos cinco mil lempiras mensuales.
“Es poquito, porque de aquí no solo compro comida, también me toca pagar alquiler, pagar agua, luz, medicinas”, cuenta la sexagenaria, en un pasillo del Mercado San Pablo de Tegucigalpa.
¿Cuál producto ha subido más de precio en este año?, se le consulta. Y ella dice simplemente: “Todo está caro”.
En los mercados capitalinos, un repollo cuesta 10 lempiras, un pataste cinco lempiras, un plátano 6 lempiras, la bolsa de limones 10 lempiras y el mazo de cebollas 10 lempiras.
Una libra de tomate se compra a 12 lempiras, una libra de mantequilla crema a 30 lempiras, una libra de queso a 42 lempiras, una libra de tajo de res a 60 lempiras y una de cerdo a 58 lempiras.
Las amas de casa compran la libra de papas a 10 lempiras. Este producto lo buscan porque lo mezclan con tajo molido de res para que les rinda.
La libra de carne molida se cotiza a 22 lempiras, la de hígado a 28, una lechuga a 10 lempiras, una libra de quesillo a 35, un cartón de huevos a 90 lempiras y por unidad a 2.50 cada uno.
Sin embargo, una encuesta realizada por LA TRIBUNA entre algunos consumidores indica que la población culpa a las carnes por el alto costo de la canasta básica de alimentos.
CARNES, UN LUJO
¿En verdad son las carnes las que han hecho que la canasta básica ahora sea una “bolsita”? Una virgen del Perpetuo Socorro parece darles la bienvenida a los compradores que visitan la carnicería de Ruth América Padilla, en la colonia Kennedy de Tegucigalpa. Sin embargo, ni la “virgencita” ha podido hacerles el milagro de bajar el precio de las carnes en los últimos años.
Una sábila y varias cabezas de ajo amarradas con una cinta roja se observan en la puerta del establecimiento. Este amuleto, según dice, aleja a los malos espíritus, excepto al “demonio” de la inflación… Cuenta doña Ruth que la mayoría de sus clientes le compran tajo molido “porque les rinde más y lo mezclan con papa”.
Hundiendo un afilado cuchillo en una enorme pieza de carne roja, la comerciante recuerda que “por lo menos, hace tres años, la libra de res costaba 30 lempiras, ahora vale 60; el cerdo se vendía a 32 y ahora a 58 lempiras”.
Desde hace algunos años, no han bajado los precios, pero sí la clientela. Igual, los capitalinos que solían comprar una libra de carne, “ahora solo se llevan media”.
“La situación está bien difícil”, asegura doña Ruth, una madre viuda que lucha por mantener a flote su negocio, por el futuro de sus tres hijos.
INACCESIBLE
El presidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), Roldán Duarte, indica que desde el 2010 hasta el 2013, el precio de la Canasta Básica de Alimentos se ha incrementado en aproximadamente 1,150 lempiras.
“Pasó de un costo de aproximadamente 6,150 lempiras a un costo de 7,350 lempiras, eso equivale a un incremento de un 14 por ciento aproximadamente”, señala Duarte. A nivel de Centroamérica, Honduras posee la canasta básica más costosa, cuyo precio es de unos 350 dólares.
Le siguen en su orden, Guatemala, con 327 dólares; Panamá, con 316; Nicaragua, con 241; El Salvador, con 172; y Costa Rica, con 62, explica Duarte.
“En el 2011 el precio de la canasta ya andaba cerca de los 6,600 lempiras; en el 2012 esa canasta se elevó a los 6,900 lempiras y en el 2013 anda por los 7,350 lempiras; cada vez es más difícil poder comprar esa canasta básica”.
La Encuesta de Hogares del INE del 2012 indica que a nivel nacional hay dos millones 755,516 de personas ocupadas que declaran ingresos, de los cuales el 77.3 por ciento percibe menos de un salario mínimo. Esto indica que la canasta básica es inaccesible para más del 70 por ciento de los hondureños.
Los ocupados, entre estos empleados públicos privados, domésticos y personas que laboran por cuenta propia, ganan en promedio 4,865 lempiras.
Este ingreso cubre el costo de la canasta, pero la de hace seis años y medio. Hoy, con ese “pisto”, solo se puede llevar a casa una “bolsita” básica de alimentos.
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