El grano de oro llegó a cotizarse un 60% más bajo en el mercado internacional la semana pasada, comparado con el precio de mayo del año anterior
Una forma muchas veces discutida de paliar el problema es industrializar la producción de café para comercializarlo en el exterior (molido de marca)
La Nación, Costa Rica
Las noticias no podrían ser más negativas para los productores de café. Lo que otrora fue considerado el grano de oro de Costa Rica llegó a cotizarse un 60% más bajo en el mercado internacional la semana pasada, comparado con el precio de mayo del año anterior. Y las cotizaciones a futuro, para el mes de diciembre, apuntan a precios aún menores, por lo que las perspectivas de corto plazo tampoco son halagüeñas.
¿Qué está pasando en los mercados internacionales? ¿Cuáles serán los efectos en la producción y comercialización nacional de un producto tan esencial desde los puntos de vista económico y social? ¿Qué remedios visualizan las autoridades y los propios productores para mitigar la adversidad? Las respuestas a estas preguntas, sobre todo a la última, deben ser realistas para no alimentar expectativas ni promesas que no se puedan cumplir.
Como es bien sabido, las cotizaciones en el mercado internacional dependen de las fluctuaciones de la oferta y la demanda. La producción ha ido aumentando gradualmente en el mundo (al menos 50 países producen café y las áreas de cultivo se han extendido) mientras que el consumo crece a una tasa más moderada, similar al crecimiento de la población. Pero, además, la producción es cíclica (en períodos de dos años) y también se puede afectar por condiciones climáticas que hacen oscilar los precios, a veces, de manera temporal.
Después de alcanzar un nivel de $250 por quintal en mayo del 2012, el precio del café arábigo, de las variedades más se producidas en Costa Rica, ha venido descendiendo consistentemente y se ubica en poco más $100, y las cotizaciones para el futuro señalaban la semana pasada un valor de solamente $100 por quintal para entrega en diciembre. Los responsables de la caída, según diversos analistas, incluyendo la Organización Internacional del Café, son la sobreproducción de los principales países productores de Latinoamérica, encabezados por Brasil y Colombia que, a pesar de estar saliendo de la fase baja del ciclo productivo bienal, han registrado abundantes cosechas. En Colombia se estima una producción de entre 10,6 y 10,8 millones de quintales (comparada con una estimación original de 10 millones de quintales), y en Brasil se reporta un incremento significativo. Las perspectivas de producción para el 2014, cuando se dará la fase alta del ciclo reproductivo, serán igualmente abundantes. Y eso explica por qué los mercados a futuro rondan los $100 por quintal.
Los productores costarricenses lograron colocar una parte de la cosecha 2013-2014 a precios superiores a los actuales, mitigando, en parte, su baja rentabilidad. Pero enfrentan, otros problemas que agravan su situación. La producción ha mermado casi un 20% como consecuencia del hongo denominado roya del café, que ha afectado una parte importante de las plantaciones. El tipo de cambio se ha afincado en el extremo inferior de la banda, desde hace ya muchos meses, afectando el ingreso bruto de las exportaciones. Y, como si eso fuera poco, los ingresos netos se afectan por la inflación interna que eleva los costos de producción, incluso los salarios. Y si a eso se suman los costos de los fertilizantes y demás insumos, la situación se complica verdaderamente.
Como se puede apreciar, los problemas que enfrentan los caficultores son demasiado grandes y generales como para ser enfrentados en sus verdaderas causas. Nada pueden hacer para contrarrestar la sobreproducción mundial y los bajos precios, por razones obvias, y el problema cambiario responde al dinamismo de las entradas de capital y al endeudamiento externo del Gobierno, por lo que tampoco es fácil hallar una respuesta diseñada especialmente para ellos. Y esa especie de impotencia también ha sido compartida por las autoridades, cuando piden tiempo para estudiar medidas realistas que se ubiquen dentro de las posibilidades gubernamentales, tal y como expresaron la viceministra de Agricultura, Xinia Chaves, y el vicepresidente de la República, Luis Liberman.
Aprobar un fideicomiso por C20.000 millones, como pretenden los productores y como se ha hecho en ocasiones anteriores (que aún están pagando), es una solución que no ataca las causas y resulta, además, incompatible con la difícil situación fiscal. Y permitirles pagar salarios por debajo del mínimo para aliviar sus costos tampoco resulta viable desde el punto de vista político y social. Pero los costos internos, incluyendo los ajustes salariales, sí se podrían reducir en el futuro si el Banco Central redujera la inflación interna y las tasas de interés, lo cual afectaría positivamente a todos los productores nacionales, incluyendo los agricultores.
También es bueno señalar que la apreciación de la moneda podría variar cuando se implante la nueva política monetaria en EE.UU., más restrictiva y con ajustes hacia arriba en las tasas de interés, acompañada de menores flujos de capital hacia los países en desarrollo y depreciación de las monedas. Por ahí podría venir un alivio general a los exportadores. Y si se enfrentara realmente el déficit fiscal costarricense, el Estado no tendría que recurrir a financiarse en el exterior ni deprimir el tipo de cambio, como está sucediendo actualmente. Se debería estudiar la forma de reducir los costos de los fertilizantes e insumos , al igual que un mejor funcionamiento de la banca de desarrollo para otorgar asistencia financiera en mejores términos y condiciones.
Otra forma muchas veces discutida de paliar el problema es industrializar la producción de café para comercializarlo en el exterior (molido de marca), como están haciendo algunos para lograr una mejor parte de los beneficios. Por ejemplo, grandes vendedores de café al por menor en el exterior, como la famosa cadena Starbucks, no han bajado los precios de venta a pesar de pagar menos por la materia prima en el mercado internacional; más bien, sus utilidades aumentaron un 10,5% en el último trimestre. Nuestros productores no pueden aspirar a ser minoristas; pero sí a ser mayoristas con un mayor valor agregado a la forma tradicional de exportación, en sacos de grano entero, en rieles para su embarcación. Esas y otras formas de mejorar la industrialización y comercialización deberían figurar entre los retos de los productores nacionales, con la orientación y ayuda del Icafé .
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