La Tribuna
Vistiendo una sucia camiseta con el logo de la Selección Nacional de Fútbol, Marvin Noel Aguilera (23), un recolector de latas y envases plásticos, estaba preocupado desde hace varios días porque no tiene dinero para comprarle un regalo a su compañera de hogar y tributárselo con ocasión del Día del Amor y la Amistad, pero ayer tuvo la dicha de hallarse el ansiado obsequio.
El joven resultó muy sorprendido la mañana de ayer cuando en un contenedor de basura ubicado en el barrio Casamata, en Tegucigalpa, capital de Honduras, encontró un colchón viejo, y al verlo lloró de emoción, porque consideró que había resuelto el problema con su amada, Katherine Maricela López (18), con quien hace apenas un mes se juntó para hacer vida marital.
Marvin no dejaba de llorar porque estaba seguro que contentaría a su media naranja, ya que a partir de ayer por la noche ambos dejarían de dormir sobre el húmedo y áspero piso de tierra, lleno de excremento de ratas e insectos.
MAYOR DRAMA
El mayor drama fue cuando la muchacha miró que Marvin llegaba con el colchón y la base de madera a la pequeña casucha de pedazos de tablón y láminas de zinc, que les sirve de abrigo en las calurosas o frías noches, allí en Altos del Edén, en Tegucigalpa, que forma parte de las estribaciones del cerro El Picacho, donde se prodigan afecto con el vivo anhelo de formar una familia.
Entre su extrema pobreza, ambos se las arreglan para no perder el amor por la vida y no pierden las esperanzas de un futuro mejor, aunque de momento en la covacha carecen de energía eléctrica, agua potable y sistema de alcantarillado sanitario.
Marvin llegó a la covacha con el colchón y la base para armar una cama, muy orgulloso en medio de su humildad y ganas de conseguir una actividad que le deje mejores ingresos, al tiempo que Katherine, muy alegre, exclamaba: “¿Quién te la regaló?”, ante lo cual, con una sonrisa dibujada en su rostro, él le respondió: “Alguien la colocó en la basura, supongo que era para nosotros”.
La joven no le creía y le ayudó a meterla en la estrecha caseta y para conocer su estado la manipuló, pero los dedos pasaron de paso en medio de los resortes del colchón. Entonces, le reconoció: “Gracias, amor, porque aunque la cama ya está bastante usada, es la primera que tenemos para celebrar nuestra luna de miel”.
Debido a la alegría que la embargaba, por momentos la joven lloraba y luego se reía, porque su aspiración de tener un mueble donde descansar se había hecho realidad.
Marvin y Katherine viven en la covacha que mide tres metros de largo por dos de ancho, la cual construyeron a la orilla de un abismo del sector conocido como Altos del Edén, donde apenas cabe la cama que fue llevada de la basura. En medio de su inocente alegría, la colocaron sobre un sillón destartalado para que por mientras no fuese mordida por los roedores.
Para llegar a la vivienda, la pareja debe caminar unas dos cuadras por una calle de tierra, bautizada como la “Calzada de las Cruces”, sector que también colinda con la parte sur del barrio El Bosque.
CURSÓ QUINTO GRADO
El amoroso marido contó que se crio únicamente al cuidado de su madre, en la colonia La Travesía, donde cursó el quinto grado en la escuela Ramón Montoya Cerrato, pero no continuó estudiando porque se quedaba cuidando la casa mientras su mamá salía a vender tortillas.
“Ahora me arrepiento de no haber seguido los estudios, porque a esta fecha sería un médico, un ingeniero o un abogado, ya que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran; algo similar les pasa a un montón de jóvenes hondureños que creen que nunca van a independizarse y cuando crecen se convierten en delincuentes, y gracias a Dios por lo menos mi trabajo es honrado, aunque sea de recoger latas y envases plásticos de los contenedores de basura”, se reconfortó.
“Cuando me va bien me hago hasta 200 lempiras al día, pero en ocasiones no consigo ni para comprar tortillas, porque hay mucha gente dedicada a la recolección de desechos de la calle”, lamentó.
“NOS UTILIZAN EN ELECCIONES”
Marvin prosiguió contando: “estoy analizando la posibilidad de matricularme a distancia para terminar la primaria, ya que he escuchado que son pocos los centros educativos que funcionan por la noche, y como todavía estoy joven, creo que podría lograr obtener un título de media”.
“Aunque sé que no voy a conseguir trabajo, pero eso me serviría para ser un mejor hombre, aunque seguiré recogiendo latas porque estoy consciente que en este país los jóvenes solo somos utilizados para ir a votar en las elecciones, donde los políticos a uno lo abrazan, pero después se olvidan que uno existe”, recriminó a la clase política vernácula.
Pese a que LA TRIBUNA llegó a la covacha alrededor de las 12:15 del mediodía, el fogón improvisado con seis ladrillos sobre el patio no había sido encendido porque al menos para esa hora del día no tenían nada que cocinar.
A los jóvenes enamorados se les preguntó qué comían normalmente y al unísono contestaron que cuando comen bien, son frijoles con un poquito de mantequilla, tortillas y agua.
Hoy, 14 de febrero, cuando se celebra en Honduras y otros países del mundo el Día del Amor y la Amistad o Día de San Valentín, para Marvin y Katherine será una fecha de solidaridad, si es que algunas personas altruistas se acuerdan de ellos y los hacen felices, aunque sea con un poco de ayuda. Cualquier consulta sobre esta joven pareja, favor comunicarse al teléfono 3359-2839. (EB)
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