Explicar por qué existe una brecha de desarrollo entre Latinoamérica y los Estados Unidos (EE.UU) no es tarea fácil. Son muchos los factores que entran en juego y que interactúan entre sí formando una compleja red de relaciones causa-efecto. Más aún, Latinoamérica es una región sumamente diversa: las casusas de la brecha en Bolivia –donde la geografía juega un papel fundamental– no necesariamente son las mismas que en Venezuela. Sin embargo, a veces es útil tomar una perspectiva general y explorar diferentes hipótesis a nivel macro. Bajo esta condición, recomiendo leer: “Falling Behind: Explaining the Development Gap between Latin America and the United States”, de Francis Fukuyama.[1]
Fukuyama identifica como factor fundamental a las instituciones. Por instituciones entendemos las “reglas del juego”; es decir, las normas que determinan los incentivos de las personas. Ejemplos de instituciones son: las reglas electorales, las regulaciones que rigen la propiedad privada y el estado de derecho, y las leyes que rigen la interacción entre el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Este enfoque es consistente con el estudio econométrico de Rodrik et al (2004), que encontró que la calidad de las instituciones supera a los demás factores en explicar el desarrollo económico[2].
Tradicionalmente se dice que “buenas instituciones” son aquellas que fomentan la inversión en capital humano, la innovación, la inversión y el comercio. Pero Fukuyama toma un enfoque diferente: sostiene que existen instituciones que promueven la resolución de conflictos sociales de manera pacífica, mientras que otras no. En este sentido, argumenta que EE.UU sólo experimentó un colapso de su orden político durante la guerra civil (producto del conflicto alrededor de la esclavitud), mientras que Latinoamérica ha sido plagada por golpes de estado y gobiernos militares. De hecho, Fukuyama resalta que ¡ningún país de la región ha disfrutado de continuidad de gobernabilidad civil desde su independencia!
Definitivamente EE.UU y Latinoamérica desarrollaron instituciones diferentes, y esa diferencia bien pudo haber generado la brecha. Pero entonces surge la duda: ¿por qué EE.UU desarrolló “buenas instituciones” mientras que Latinoamérica no?
Fuente: Cálculos basados en Angus Maddison, World Economics Data
Dado que la brecha ya pareciera haberse generado para 1820 (ver tabla 1), y dado que antes de la llegada de los europeos las civilizaciones en Latinoamérica eran significativamente más desarrolladas que las del norte, tiene sentido mirar el período de la colonia.
Algunos, entre ellos Max Weber, apuntan a la cultura: el norte fue colonizado por ingleses predominantemente protestantes, mientras que el sur fue colonizado por españoles y portugueses católicos. El problema con esta hipótesis es que existen numerosos ejemplos de países con culturas similares pero desarrollo económico divergente[3]. Más aún, de ser la cultura un factor determinante para el desarrollo, entonces el crecimiento económico repentino –como el de los Tigres Asiáticos o el de China– no sería posible. En palabras de Fareed Zakaria: “En China lo que cambió no fue la cultura, que probablemente fue la misma en la década de 1970 y en la década de 1980. Lo que cambió, a partir de 1979, fueron las políticas económicas”.
James Robinson[4] propone una tesis alternativa a la cultura. Robinson sostiene que en Latinoamérica los conquistadores buscaron explotar la vasta cantidad de recursos naturales estableciendo “instituciones extractivas”. Gran parte de la población fue marginada, no se formaron derechos de propiedad y mucho menos se fomentó la inversión en capital humano. En cambio, en el norte, los colonizadores buscaban migrar y establecerse a largo plazo. Por ello, trajeron consigo reglas y normas “neo-europeas” e instauraron “instituciones inclusivas” con énfasis en la propiedad privada, pesos-y-contrapesos para el gobierno e inversión en capital humano.
El problema fundamental con las “instituciones extractivas” es que generan desigualdad social –otro factor fundamental para explicar la brecha según Fukuyama. La desigualdad conlleva al conflicto, lo cual impide el progreso y socava la institucionalidad. En palabras de Fukuyama: “incluso las instituciones políticas mejor diseñadas no logran mitigar los conflictos sociales, si éstos son suficientemente profundos”.
De allí entonces surge la hipótesis de que Latinoamérica lleva siglos “atrapada” en un ciclo vicioso: la pobreza y la desigualdad en Latinoamérica permiten la existencia de instituciones corruptas y extractivas, las cuales –a su vez– mantienen la región pobre y desigual. En este caso, se genera un juego político de suma cero donde la elite gobernante de turno (sea de izquierda o de derecha) maximiza su poder a expensas del resto de la sociedad –con total irrespeto del marco institucional.
1] El libro es un compendio de artículos académicos de diversos autores que elaboran sobre el impacto de diferentes variables, como la geografía y la abundancia de recursos naturales, la cultura, las instituciones y la desigualdad
[2] Rodrik y otros evaluaron el impacto de tres factores: la geografía, las instituciones y el nivel de apertura económica
[3] Por ejemplo: Corea del Sur y del Norte, y Vietnam del Sur y del Norte
[4] Autor del capítulo 7 del libro
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