La Tribuna
Ingresos mensuales de 5,500 lempiras, superior al promedio rural nacional que no pasa de los 3,615 lempiras, es uno de los principales resultados de las parcelas cultivadas con productos orgánicos, en Concepción de María, Choluteca.
Este y otros resultados relevantes forman parte del Estudio Agroecológico en el Bosque Seco, elaborado por la Asociación Nacional para el Fomento a la Agricultura Ecológica (Anafae), en asocio con el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) que impulsa el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En la zona sur, las hambrunas provocadas por las sequías son un tema recurrente que año con año dejan cuantiosas pérdidas, afectan la seguridad alimentaria y profundizan la pobreza en varios municipios.
El estudio demuestra que la agroecología es una estrategia efectiva que permite producir alimentos sanos culturalmente aceptados, conservar el ambiente y adaptarse a las variaciones climáticas, contribuyendo a la resiliencia de los sistemas socioproductivos de las familias.
La investigación reporta amplios y variados beneficios para los productores, entre ellos la posibilidad de incorporar a sus fincas más de 120 especies vegetales, frutales y maderables.
En cuanto a la tenencia de la tierra, riego, educación y ocupación laboral, el estudio destaca que estas fincas agroecológicas del trópico seco presentan mejores niveles que las fincas tradicionales que utilizan químicos en sus procesos productivos.
Tradicionalmente, para cultivar en la zona sur se ha practicado el sistema de milpa, considerado un sistema ecológico de producción que protege los nutrientes del suelo, porque asocia el cultivo de maíz, frijol y cucurbitáceas (zapallo, melón, sandía) con la siembra de árboles maderables como el laurel, el cedro y la caoba.
Varios productores han logrado diversificar su producción agrícola, dejando atrás el monocultivo. Produciendo también unas 37 especies, entre ellas mango, anona, guanábana, calabaza, mamey, zacate de limón, frijol, guanacaste y laurel.
Estas parcelas cultivadas constituyen hábitats para la conservación de la fauna silvestre, que encuentra alimento, sombra y espacios para reproducirse; en las fincas se reportaron un promedio de 10 a 20 especies de fauna, entre las cuales se registran codornices, urracas, tordos, ardillas, cusucos, zumbadoras, guatusas y otra más que contribuyen a conservar la biodiversidad en la zona.
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