"Por lo general, agobiados por problemas económicos y familiares, cientos de personas se refugian en la iglesia."
La Tribuna
TEGUCIGALPA - Agobiados por enfermedades, pobreza, desempleo y la criminalidad, más de dos millones de hondureños se congregan en al menos 20,000 iglesias a nivel nacional, según estima la Confraternidad Evangélica de Honduras (CEH).
En Honduras más de 7,000 personas mueren de manera violenta cada año y un 64 por ciento de la población es víctima de la pobreza. En medio de este panorama oscuro surge un rayo luz: 300 nuevas iglesias evangélicas que cada año les abren sus puertas a miles de personas para darles un hálito de esperanza.
Sin Embargo, el director de la Unidad de Registro y Seguimiento de Asociaciones Civiles (URSAC), Jorge Montes, indica que unas 6,000 iglesias evangélicas de diferentes denominaciones estarían operando al margen de la ley.
Lo anterior se debe a que la Confraternidad Evangélica registra 11,000 iglesias afiliadas a esta organización, mientras que en la URSAC apenas se reconocía a 3,000, a finales del 2012. Estas iglesias operan bajo la figura de ONG, cada una con su propio estatuto y personería jurídica.
“Una de las obligaciones de estas organizaciones es que tienen que presentarnos un informe de todas las actividades que han realizado en el año, además, de un informe financiero y un balance general realizado por un contador público”, expresó Montes.
Añadió que en cuanto a la parte financiera de las iglesias, “aquí hay iglesias que anualmente manejan entre dos, 500 y mil millones de lempiras”.
En ese sentido, anunció que “estamos haciendo un inventario de cuántas son las organizaciones sin fines de lucro, incluyendo las iglesias; estamos investigando quiénes están cumpliendo con los compromisos del Estado”.
En ese sentido, anunció que “estamos haciendo un inventario de cuántas son las organizaciones sin fines de lucro, incluyendo las iglesias; estamos investigando quiénes están cumpliendo con los compromisos del Estado”.
Todas las asociaciones sin fines de lucro tienen el compromiso de prestar una labor social, pero se desconoce si todas cumplen dicha labor, además de evangelizar. En tanto, el diezmo que reciben de quienes ahí se congregan, debe ser invertido en proyectos sociales.
Montes dijo que cada año reciben entre 200 y 300 solicitudes para la creación de iglesias evangélicas.
Ante la descomposición social y necesidades materiales que se vuelven inalcanzables, la población está buscando reencontrarse con Dios y al no hallar en las instituciones del gobierno una respuesta a sus necesidades, las iglesias cada vez están más abarrotadas.
Debido a esa desesperación colectiva, no importa si se reúnen en una casa, bajo la sombra de un árbol o a la intemperie, pues lo más importante es compartir la palabra de Jesucristo. La Santa Biblia señala en Mateo, 18:20, que “en donde se reúnen más de dos miembros, ahí estaré yo en medio de ellos”.
Según datos de la CEH, organismo que regula las políticas pastorales, actualmente funcionan más de 20,000 iglesias en todo el país, con más de 300 organizaciones lideradas por 10,000 pastores entre profesionales y empíricos.
Pero no todas estas instituciones laboran en las mismas condiciones. Hay iglesias cuya única riqueza es la fe de sus miembros. Otras, en cambio, disponen de recursos económicos y tecnológicos para masificar los mensajes cristianos.
Gran parte de estas iglesias de alto status adquieren el carácter de organizaciones no gubernamentales (ONG), con denominaciones nacionales e internacionales.
Según registros de la Secretaría del Interior y Población, hay denominaciones religiosas que manejan fondos que ascienden hasta los mil millones de lempiras, los cuales deben ser invertidos en obras sociales.
En la actualidad, las iglesias cuentan con más de 60 medios de comunicación a nivel nacional, entre canales de televisión y radioemisoras, de esa forma hacen llegar sus mensajes a toda la comunidad evangélica.
Mientras miles de pastores honestos se esmeran en cumplir con sus obligaciones de evangelizar a las “ovejas descarriadas” y ser solidarios con sus “hermanos”, otros se aprovechan de la vulnerabilidad espiritual de los hondureños.
Por lo general, agobiados por problemas económicos y familiares, cientos de personas se refugian en la iglesia.
Para el caso, Martha Almendrares (56), residente en la colonia Cerro Grande, decidió integrarse a una iglesia del sector a raíz de una deuda de 200,000 lempiras, que le parecía impagable.
“En 1997 saqué un préstamo de 200,000 lempiras en el banco, pero luego se me murió mi esposo y yo no tenía trabajo”.
“En aquellos momentos difíciles y de angustia, una vecina me llevó a la iglesia para que le pidiera ayuda a Dios”, recordó Almendrares.
Añadió que a los meses logró conseguir un empleo y que de pronto un pariente le prestó un dinero para poner un negocio. A los dos años logró pagar la deuda, “gracias a mi Dios, logré salir de ese tormento y hoy me gozo en el nombre de Jesús”.
Al igual que Almendrares, Aidé Cruz (45), vecina de la colonia Los Pinos de Tegucigalpa, decidió buscar ayuda en una iglesia luego de que su hijo viajara ilegalmente a Estados Unidos, en el 2001.
Hasta la fecha, doña Aidé no ha vuelto a saber nada de su vástago. Y aunque acudió a un templo cristiano en busca de apoyo espiritual, fue ella quien terminó tendiéndole una mano a la iglesia, al “donar” todo lo que tenía.
“Esos tiempos de cosecha en la iglesia son una estafa, porque yo acepté a Jesucristo como mi único Salvador, pero me dijeron las hermanas que en los días de cosecha tenía que despojarme de todo lo que tenía, porque Dios me lo iba a multiplicar, y hoy estoy sin mis cositas que tanto me costaron”, lamentó.
Contó que un grupo de la iglesia, cuyo nombre prefirió no mencionar, le dijo que se iba a reunir con ella, en su casa. Estando en su vivienda, los “hermanos” estuvieron “ojo al Cristo” para ver todos los objetos de valor.
Luego le dijeron que para tener la bendición de Dios, tenía que donar la refrigeradora, los muebles de la sala y otros electrodomésticos.
“Yo dije, si es la voluntad de Dios, yo los voy a donar, pero eso fue hace tres años y no los pude recuperar, por eso cambié de iglesia y me fui a una que no pide ese tipo de sacrificios”.
Asimismo, comentó que tiene una vecina que está criando el hijo de un pastor que embarazó a su hija y luego se fue; ahora el niño tiene ocho años, pero no le falta nada porque en la casa hay cuatro personas y todos trabajan.
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