La Tribuna
PANAMÁ
La agricultura familiar y el cooperativismo son las vías que ahora promueve la FAO para aumentar la producción y distribución de alimentos en América Latina y el Caribe, donde al menos 47 millones de personas sufren desnutrición, seis millones de ellas solo en Centroamérica.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) defiende la agricultura familiar y el cooperativismo para reducir a cero el hambre en la región.
Tanto en América Latina, en general, como en América Central, en particular, las poblaciones indígenas son las más afectadas por la desnutrición, precisó en entrevista con Acan-Efe el coordinador del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Central, John R. Deep Ford.
En Centroamérica, la mayoría de sus más de 45 millones de habitantes son pobres, y su territorio, de más de 522,000 kilómetros cuadrados, es considerado uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático, como las inundaciones o las sequías.
Deep Ford indicó que “en todos los países” centroamericanos “hay muchos desafíos en el contexto de la seguridad alimentaria”, especialmente en “Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua”.
Según los datos de la FAO, la situación más preocupante se vive en Guatemala, donde la desnutrición afecta al 22% de la población, mientras que en Nicaragua la tasa se sitúa en el 19%.
El organismo de la ONU promueve en Centroamérica la necesidad de que las políticas públicas y los programas de cooperación “se enfoquen en la agricultura familiar, porque” es la que “está produciendo más del 80% de la alimentación” en la región, explicó el coordinador.
En El Salvador un programa de agricultura familiar “muy fuerte ya ha arrojado excelentes resultados”, y hay otras iniciativas similares en Honduras que está desarrollando la FAO con el apoyo de los gobiernos y de España, que es el mayor cooperante de la región, afirmó el funcionario internacional.
“Normalmente España es el cooperante más importante en América Central a través de un programa especial de seguridad alimentaria que hemos estado impulsado durante más de 10 años, con muchos millones de dólares de apoyo de ese gobierno” europeo, indicó.
En ese contexto, la FAO impulsa programas como la inclusión de los pobres que viven en las zonas rurales en las cadenas de valor, en busca de asegurar que esos pequeños productores reciban “un mejor precio por sus productos. Ese es un aspecto fundamental”.
“Para poner productos a precios razonables hay que pensar no solo en los pequeños productores, pero también en los consumidores, porque tenemos que muchas de estas personas que están padeciendo hambre están viviendo en áreas urbanas”, alertó Deep Ford.
La FAO también aboga, agregó, por “las buenas prácticas” entre pequeños y medianos productores, “para aumentar su productividad, y especialmente promovemos la importancia de trabajar juntos”.
“El lema este año por el Día Mundial de la Alimentación es ‘las cooperativas están alimentando al mundo’. No vamos a alcanzar nuestras metas sin reconocer la importancia de agrupar a estos productores para facilitar sus negociaciones en el mercado, para minimizar sus costos de producción”, añadió.
Para avanzar hacia esos objetivos y reducir el hambre, el sector agrícola requiere más inversión estatal, así como políticas integrales que incluyan las áreas de educación y salud.
“Un aspecto muy importante es la preparación de un plan de seguridad alimentaria para reducir el número de personas que pasan hambre en esta región, un programa que enfoque, al mismo tiempo, la producción, el mercado, la inestabilidad producto de los fenómenos naturales, la nutrición. Son necesarios proyectos y actividades en cada una de estas áreas”, advirtió.
El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) se comprometió en agosto a impulsar programas de producción, transformación, almacenamiento y abastecimiento de alimentos.
El SICA también ordenó la creación de mecanismos de contingencia “ante potenciales condiciones de especulación en los precios de los alimentos”, que permitan a la región contar con una “reserva estratégica” para satisfacer la demanda de la población.
Respeto a los altos precios de los alimentos, Deep Ford reconoció que la especulación es uno de los factores influyentes, aunque existen otros como la producción de los biocombustibles que consume grandes cantidades de alimentos como el maíz, y también las sequías.
“La realidad es que los altos precios de los alimentos constituyen un peso muy grande en los presupuestos (nacionales) de América Central, que importa cantidades importantes de alimentos”, indicó.
Los pequeños y medianos productores generalmente no tienen la capacidad de beneficiarse de estos altos precios, ya que carecen de los incentivos, infraestructura y tecnología que les permita producir más y mejor, añadió.
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