La Tribuna
TEGUCIGALPA
Algunas comunidades del país han esperado varios años para integrarse a la forestería comunitaria, pero la espera valió la pena, según testimonios de decenas de habitantes de seis comunidades de Juticalpa, Olancho, que viven del bosque.
Los líderes comunitarios se reunieron con representantes del Instituto de Conservación y Desarrollo Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (ICF), cooperantes internacionales y autoridades locales para hablar sobre sus experiencias en la actividad de forestería.
El proyecto de forestería comunitaria inició en el año 2007, con apenas cinco comunidades en algunas zonas del territorio nacional y en la actualmente cuenta con casi 100 comunidades unidas en cooperativas agroforestales por todo el país.
”Con la forestería comunitaria el Estado busca una manera de llevar un desarrollo sostenible y prosperidad socioeconómica a regiones que generalmente son excluidas del progreso. Y al mismo tiempo se conserva el medio ambiente sosteniblemente”, relató el viceministro del ICF, René Romero.
Agobiadas por la creciente tala ilegal de madera y la desproporcionada entrada de ganado en áreas boscosas, las comunidades han tomado el control sobre sus recursos forestales.
Asesoradas y apoyadas por el ICF, las cooperativas agroforestales han desarrollado planes de manejo y planes operacionales anuales para el aprovechamiento racional e inteligente del bosque.
Solamente en el departamento de Olancho el ICF ha otorgado aproximadamente 85,000 hectáreas de bosque nacional a las comunidades.
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